Llorar no verán tus ojos
los ojos que te adoraban
como lucero en la noche
de blanca luna estrellada.
No sentirá tu cuerpo
la seda que te tocaba
éstas, mis manos inocente
que fueron por ti olvidadas.
No suspirarás la fragancia
de mi cuerpo en la almohada
ni el calor de unos besos
que te daba en madrugada.
¡No! no escucharan tus oídos
los versos que te contaba
en noches llenas de estrellas
hasta la llegada del alba.
¡No! no verás tu en mis ojos
lágrimas, por ti derramadas,
pues todas me las secaste
al irte de madrugada.
¡No! no quiero ya los recuerdos
porque me parten el alma
de haberte querido tanto
hasta el día de tu marcha.
Tonto de mí, pues creía
que estabas enamorada
pues suspiraba y gemía
cuando el amor te entregaba.
Como se puede fingir
cuando del amor se trata,
si éste sale del corazón
y es fuego cuando se ama.
Tu no tienes corazón
el tuyo es de hojalata
pues no sientes ni padece
cuando el amor se desangra.
¡No! no quiero seguir contando
que después me pesa el alma
quiero tan solo decirte que,
para ti, ya no me quedan lágrimas.